miércoles, octubre 31, 2007

Capítulo 21. Cuestión de Ubicación

Cuestión de ubicación. No me preocupa a que vaya a dedicarme el resto de mi vida. No me preocupa mi profesión de hebanista, de fotógrafo o de cirujano. No tendría ningún problema en ser el manitas de un pueblo situado a las afueras de Millwakee, al que acudiesen todos sus habitantes sabiendo que el dueño de la floristeria Charlotte se saca un dinero extra arreglando problemas con las cañerías o averias en el coche.
La señora O’Toole siempre me prepara una caja de galletitas recién horneadas y mientras le soluciono por sexta vez en lo que va de mes el problema con la cañería, escucho sus comentarios graciosos sobre mi vida y sobre convivir con dos personas, una de ellas es evidentemente mi chica y la otra, nuestro gran compañero de viajes y que al no tener pareja femenina recibe los calificativos de transeúnte de la otra acera. Siempre le digo que si supiese lo que suena el somier de casa cuando tiene visitas femeninas no pensaría igual. Se ríe a carcajadas con mis ocurrencias y cuando marcho de su casa no puedo evitar pensar que la semana que viene volverá a tener el mismo problema y que quizá es que no lo quiere solucionar porque le gusta mi compañía y sobretodo no sentirse tan sola. Yo también odiaria estar tan solo a su edad. Por eso adoro vivir con dos personas tan especiales acompañados de un Golden Axel.
He conocido gente increíble que con 25 años no sabía que iba a ser de su vida, y he conocido a gente igual de increíble que con 40 años tampoco lo sabía. Supongo que en esta vida la cuestión verdadermente importante y lo que te hace diferenciar del resto es el saber buscar tu ubicación en cada momento. Es evidente que las expectativas son diferentes dependiendo del momento y la edad en la que te encuentras, pero al final todo se resume del mismo modo, saber encontrar tu lugar.
Si mi lugar esta en Millwakee o en Oahu o en Sidney ya lo veré con el tiempo, ya lo encontaré, la cuestión es buscarlo y no resignarse en el intento. Y sobretodo saber aprovechar cada uno de los buenos momentos que te depara esa búsqueda.
En un partido de los New York Yankees no podré evitar desgañitarme e intentar coger la pelota de un home run bateado por Johnny Damon mientras mis muchachos me gritan con un guante gigante en forma de mano con el dedo índice indicando, que no me mueva mas de lo corriente o mi borrachera me pasará factura. Tendriais que veros les digo. Ella con ese guante y una gorra de los yankees y él con un casco con dos birras en los extremos de donde sale un tubo de plástico por donde poder abosrver la bebida. “Vosotros si que vais mal y… ¡¡estais saliendo en la pantalla!!”.
Con 23 años no me veo trabajando en dos empleos que me ocupan todo mi tiempo social y que ni siquera me permiten viajar. Con lo cual, pienso aprovechar y marcharme.
Marcharme a un lugar donde seguramente trabajaré más horas pero donde encontraré mis momentos. Momentos que me harán ser feliz, y creedme que al final, eso es lo único que importa.
Procura llevarte todo lo que te hace feliz aquí y busca allí donde vayas el resto de rompecabezas que te faltan para serlo totalmente. Al final, procura tener el mayor número de piezas posible para que cuando mires el puzzle con perspectiva puedas ver una buena imagen de lo que ha sido tu vida. Quizá la fortuna no te haya acompañado demasiado en tu trayecto pero los buenos momentos no te los podrá quitar nadie.
Momentos felices gracias a esos lugares. Cuestión de ubicación.