viernes, diciembre 22, 2006

Capítulo 17. Dillan
Dos copas sobre la barra. Un Absolut y un Jhonny Walker con limón. Lo mío es el vodka. No he pasado a esa etapa de la vida en que te decantas por un buen Johnny. Quizás tenga que ver con el grado de madurez personal. El caso es que es evidente que Dillan me saca un buen trecho a pesar de tener la misma edad que yo.
La misma edad, las mismas calles, pero diferentes circunstancias, diferentes vidas.
Y en este preciso instante las dos vidas se entrecruzan en un bar del centro de la ciudad. Como cada viernes cuando nos reunimos en un bareto para charlar, beber y decidir lo que será de nosotros en las consiguientes horas de lucidez.
Hoy ya advertimos de buen inicio que no dispondremos de demasiada lucidez. Demasiadas copas en demasiados pocos minutos. Así que decidimos acomodarnos, seguir bebiendo y desarrollar unas charlas profundas que hagan que no nos planteemos demasiado el irnos temprano a casa. Conversaciones con un trasfondo nostálgico habitual de los veinte sin sentido, pero que sirven para los denominados desahogos.
Calculamos que dentro de unas tres horas el dueño del bar se negará en rotundo a servirnos mas copas y en unas cuatro horas se dispondrá a sacarnos del bar. Lo hará por la puerta de detrás vista las pocas ganas de encargarse de ciertos indeseables a según que horas de la madrugada. Esos indeseables seremos nosotros.
Apostamos cual de los cuatro contenedores de la calle de detrás serán nuestras almohadas durante las siguientes dos horas de borrachera callejera y si conseguiremos hacernos con algún nuevo amigo canino para el piso de Dillan. La borrachera no desaparecerá pero si que pasará a domestica. O en ello confiamos.
Dillan es un tipo con una clase abismal, siempre lo he dicho, pero la clase no significa por obligación una exención de los grados de embriaguez. A pesar de ello, es de esas personas que saben llevar las borracheras. Dentro de la inestabilidad, del vértigo, de las nauseas y de la poca visibilidad, mantiene siempre la compostura, en según que situaciones es capaz de asestar algún que otro puñetazo y sobretodo es capaz de conducir su honda de 500.
Dillan y yo siempre discutimos sobre la manera como nos tomamos la vida el uno y el otro. Le hecho en cara su carácter libertario que hace que se desentienda de todo y no se pare a pensar un poco en su futuro, en que será de él con el paso de los años y el hecho de que se despreocupe tanto de las cosas como de las personas. El se ríe y me sermonea sobre la juventud, sobre las ganas de hacer las cosas, sobre el presente y no el mañana, porque no hay un mañana sin un presente y porque no debo dejar de hacer las cosas que de verdad quiero por temor a las cosas que puedan llegar o no llegar después.
Le reprocho por no tener las cosas claras, aunque yo soy el primero que no las tiene.
Replicamos cada uno con una serie de argumentos que no nos creemos ninguno de nosotros y acaba Dillan con alguna historia sobre su abuelo y las ansias que tuvo durante toda su existencia. Como hasta cuando tenia noventa años se sentía como un mozalbán y como replicaba a cualquiera que le quisiese reprimir de sus actividades diciendo que los años no son los que uno tiene sino los que uno siente.
A pesar de todas las discusiones que podamos tener, a pesar de ese carácter afable y esa apariencia de tipo duro al que le encanta seducir con una sola mirada, Dillan y yo no somos tan diferentes. Los dos lo sabemos. Yo he ido adquiriendo ciertos rasgos suyos con el paso de los años, las cosas que mas me han gustado y mas he admirado y los míos se han ido incorporando a su manera de ser.
Al final, dos mundos diferentes, dos maneras de ver las cosas, pero unas mismas ojos para vivirlos.

sábado, noviembre 04, 2006

Capítulo 16. El sexto sentido

Llevo tres horas de pie. Moviéndome por un espacio de unos dos metros cuadrados atendiendo a desagradecidos. La última vez que estuve sentado fue en la sección de crédito. La sección de crédito europea mejor dicho, puesto que solo conceden créditos a gente europea. Siempre que estoy allí la concepción de mi juventud cambia. Me dispongo a introducir datos en el ordenador y empiezo a ver como los clientes son más jóvenes que yo. Son del 88, del 86, del 84 a lo sumo. No tengo problemas en aceptar que me hago mayor, pero parece que el hacerse mayor acarrea una serie de consecuencias desastrosas de las que, la verdad, preferiría eximirme. De la peor de ellas me di cuenta anoche. Estoy perdiendo mi sexto sentido con las mujeres. Yo le llamo sexto sentido, una persona normal y corriente lo denominaría sentido común y ser capaz de ver cuando una mujer es factible o no lo es. Creedme que para muchos hombres ser capaz de ello ya es algo fascinante y propio de los grandes, con lo cual no esta mal eso de tildarlo como un sexto sentido. Pero la cuestión es que creo que lo estoy perdiendo.
Este sexto sentido me solía funcionar, pero como la luz de una habitación que empieza a fundirse, primero empieza a iluminar poco, para que gradualmente vaya dejando de funcionar y de repente una noche, un ruido rápido y fugaz, sea la señal de la llegada de la más absoluta penumbra. Y eso será para mí, una absoluta y desconcertante penumbra. Al igual que la bombilla incandescente que va dejando de iluminar con la misma intensidad, el sexto sentido va dejando de funcionar. Lo peor de ello es que no desaparece de la noche a la mañana, sino que va poco a poco y llevándose algo de gran valor para el resto de actividades sociales, la seguridad. Porque seamos sinceros, el dicharachero sexto sentido funciona porque tienes seguridad. Sabes que la mujer es tuya… joder, lo dice tu sexto sentido, así que vayamos a por ella, no existe posibilidad alguna de que se niegue. Pero cuando las cosas no van como deberían ser, cuando caes en la cuenta de que el sexto sentido no funciona, o que en realidad has dejado de ser el niño para ser el viejo Bruce, la misma seriedad que le convierte cada vez en un ser mas peculiar se empieza a apoderar de ti, y la seguridad empieza a desaparecer.
Solo espero que no desaparezca del todo antes de tener mas claros en la cabeza.

lunes, octubre 02, 2006

Capítulo 15. Breve historia de la batalla del acantilado.

Delirando de la fiebre. Y del fin de semana. No se que hace que me encuentre tan mal, si la diferencia corporal o el estupor que me ha causado semejante final de mes.
Creo que el uno ha influenciado en el otro. Me temo que la sucesión de acontecimientos han hecho que el fin de semana se convirtiese en una especie de espiral negativa. Como una larva informática que va alimentándose de información y una vez adquiere una determinada dimensión ya nadie puede pararla y se encarga de un formateo total del ordenador. El problema es que el virus que inicio todo el proceso de desintegración no se donde se encuentra. Seguro que se encuentra en el trabajo, como no. Esa fuente de partículas negativas que te atrae hacia un agujero negro e in tempestuoso sin final conocido. Joder, me siento como esos chavales atrapados en una atracción de feria llamada “Dragones y mazmorras”, luchando siempre contra aquel villano provistos de unos artilugios especiales y de la no menos poderosa arma de la amistad que les une a todos. Mi villano tiene una sonrisa que aterraría a cualquier niño. Una sonrisa de falsedades sin medidas. Cuando se dispone a utilizarla cualquier persona se ve obligada a girar la cabeza, a esconderse, porque no sabes que puede venir después de ella. Quizás un latigazo, quizás se acerque con un abrelatas y te proponga un divertido juego con las uñas de tus meñiques, quizás… Y yo provisto de una estampadora y una grapadora, no tengo mucho que hacer. Así que seguro que el inicio del gusano tele-comunicativo tuvo su origen en el campo de batalla laboral. Seguro que en vez de una renovación de contrato he firmado una cláusula con Belcebú. Y por esa misma razón la cerveza Belcebú de unos 13 grados no me sentó bien esa misma noche. Y por eso mismo me sentó mal el encuentro fugaz con dos personajillas descaradas y de la no suficiente belleza para mí, y seguro que para más compañeros de algarabía de esa misma noche. Solo que ellos no tuvieron que luchar contra alguna de ellas como lo hice yo. Sin embargo esa batalla, a diferencia de la anterior, si que la gané. Aunque quedé malherido de bien seguro. Y con ello no pude afrontar el resto de batallas que quedaban por librar. Así que el gusano creció y creció hasta tomar dimensiones insospechadas y desastrosas. Y he aquí que me encuentro en el tramo final de la batalla. Ahora ya he tocado fondo. El gusano ha vencido esta semana. Pero no ganará la siguiente. Nuevas armas y nuevos ánimos son los que me ayudaran a vencerlo. Esta claro, solo hay que levantarse como los buenos cowboy’s. Una vez se caen de la silla, ellos vuelven a montar.

martes, septiembre 26, 2006

Capítulo 14. REMEMORANDO...

“El Mar es un amigo. Para lo que quieras él estará ahí. Todas las respuestas están en él.
Todas las respuestas, menos dos...No sabe qué es el Principio ni tampoco el Fin”

Para todo aquel que se ha iniciado en el mundo del surf, el mar es sin duda una fuente de energía enorme. El surf no es un deporte cualquiera. Su interacción directa con la naturaleza, el respeto que infunde el mismo mar, y la sensación apacible y reconfortante que te aporta, sin olvidar la inyección de adrenalina que comporta, no es comparable a nada en este mundo.

Las inconmensurables dimensiones del mar, el hecho de desconocer todo lo que alberga en su interior y el temor de no poder verlo acrecientan el respeto que se puede tener por él.
Cada día el sol y el mar juegan a las sombras de una manera que el mismísimo Poseidón parece que surgirá de su interior. Luego sin olvidar sus principales servidoras, las olas.

Parece ser que en ciertos lugares, estas fieles seguidoras tienen mayor rango que no en otros. Sin embargo, todas infunden respeto. Y a la hora de cabalgarlas mejor no insultarlas. El respeto es algo fundamental y aunque en ocasiones haya personas que lo olvidan, este empieza con las olas y acaba en nosotros mismos. Se empieza respetando la naturaleza pero sin olvidar al resto de personas y cosas.

Con el mar el alma se siente aliviada. La grandeza del asunto no da para menos. Las sensaciones son tan apabullantes que cualquier pesadumbre que puedas arrastrar se queda en la espuma de las olas cuando chocan contra tus pies. Contra una extensión más de tu cuerpo, tu tabla. Esa misma espuma que se forma al entrar en contacto contigo hace que se esfumen todos los problemas en cuestión de segundos. Y es que una vez se empieza ya no se puede pensar en nada más. Concentrado en realizar todos los movimientos en el instante adecuado y esperando a deslizarte por la ola el mayor tiempo posible para poder estudiar todos sus recovecos. Si ella te lo permite claro. Siempre se empieza así. Es como una relación de pareja. Se empieza desde abajo y a medida que os vais conociendo, ella te permite más cosas. La vas conociendo en mayor profundidad pero sin olvidar que no es como cualquiera de tus chicas, y que el respeto nunca se lo debes perder.
Como siempre se ha dicho, ojo con la mar que si algo es, es traicionera.

El mar mejora este molde. No lo convierte en único. Ni tampoco lo hace mejor ni más acabado. Simplemente lo limpia. Lo purifica.

sábado, julio 08, 2006

Capítulo 13. Choose

"Elige la vida. Elige un empleo. Elige una carrera. Elige una familia. Elige un televisor grande que te cagas, elige lavadoras, coches, equipos de compact disc y abrelatas eléctricos. Elige la salud, colesterol bajo y seguros dentales. Elige pagar hipotecas a interés fijo. Elige un piso piloto. Elige a tus amigos. Elige ropa deportiva y maletas a juego. Elige pagar a plazos un traje de marca en una amplia gama de putos tejidos. Elige el bricolaje y preguntarte quien coño eres los domingos por la mañana. Elige sentarte en el sofá a ver teleconcursos que embotan la mente y aplastan el espíritu mientras llenas tu boca de puta comida basura. Elige pudrirte de viejo cagándote y meándote encima en un asilo miserable siendo una carga para los niñatos egoístas y hechos polvo que has engendrado para remplazarte. Elige tu futuro. Elige la vida. ¿Pero por qué iba yo a querer hacer algo así?. Yo elegí no elegir la vida. Yo elegí otra cosa. ¿Y las razones? No hay razones. Quién necesita razones cuando tienes..."

jueves, julio 06, 2006

Capítulo 12. ... en el teléfono
Los dias se hacen amargos. Hace demasiada calor y no consigo apaciguar el sueño. Imagino que es un cúmulo de situaciones pero mi figura empieza a resentirse. Acostumbro a levantarme a medianoche. Me acomodo en el sillón con una cerveza en la mano. Ni siquiera el consumo ilimitado de Estrellas han hecho k mi figura adquiera una pequeña curva. Me dispongo a ver la tele siendo consciente de que esas horas infranqueables conseguirán que me presente en el trabajo con unas bolsas considerables debajo de los ojos. Hace poco que me llamaron la atención por la barba, otra vez. Añadiendo los otros avisos por mala vestimenta o por negativos en los stocks de venda, no creo que me renueven. Estos días también se están haciendo demasiado largos. El clima pesa demasiado y como dice la ley, cuanto menos hago menos ganas de hacer cosas tengo. He entrado en una mala espiral, pero entre trabajo, temperaturas y pocas motivaciones me encuentro sumergido en una especie de agujero negro que me sorbe hacia la nada. Pero esa nada es inevitable con un trabajo que me ocupa toda la actividad que hago en lo que se lleva de día.
Trabajo en un sitio donde hago unas cincuenta llamadas de media cada mañana. Un 50% de esas llamadas acaban en una negación hacia mi producto de venta bastante tajantes y en ocasiones con grandes dosis de descortesía. Un 45 % son contestadores automáticos y faxes. Otro 4% son posibles ventas pero que debido a mi ineptitud acaban siendo mas negaciones. Y luego me queda el 1%. Este se llama Rosa.
Rosa está en la base de datos de mi empresa. Es una base de datos bastante extensa y que no dispone de muchos filtros. Digamos que recoge una serie de números personales sobre empresarios de pequeños y medianos negocios a los que quieren introducir dentro de lo que es nuestro mundo empresarial. Lo cierto es que Rosa hubiese sido una buena cliente si no fuese porque hacia veinte años que se había jubilado y que con ella todo su negocio de floristería se quedó en una pequeña pensión que recibía la visita de su único hijo cada dos semanas. Rosa es una mujer con alzheimer a la que llamo cada mañana ofreciéndole mi tarjeta cliente y que siempre contesta al teléfono con una empatía asombrosa. El primer día que la llamé entablamos una conversación de unos treinta minutos que me alegraron la mañana. En esa conversación me abrió su corazón de un modo que parecía que estaba hablando con el mismísimo sobrino José, al que hacia años que no veía. Yo me encontraba en unos días bastante solitarios y me imagino que Rosa apareció como una ventana de treinta minutos de oxígeno. Lo curioso es que teniendo en cuenta la situación de Rosa, una anciana que vivía sola y con no mucha compañía, se suponía que ella era la que salía ganando con una llamada cada mañana. Una llamada que pregunta por ella y que podría mantener perfectamente una charla de hasta cuarenta y cinco minutos. Pero la verdad es otra, y es que soy yo el que más se alegra de esa llamada. No solo porque me libera durante un tiempo de esa dicotomía laboral, sino porque adoró hablar con ella. Me encanta hablar con una persona que sin conocerme parece que me aprecia por como la trato por teléfono, que se muestra tan amable a pesar de ser un dichoso comercial, porque me pregunta por mis cosas y porque, joder, parecen interesarle. Además no sé como se lo monta pero nunca me pregunta por las mismas. Siempre me pregunta por otras o utiliza una serie de fórmulas interrogativas que me dan la posibilidad de actualizarlas cada vez que hablo con ella. No sé, quizás si que se da cuenta de que la llamo cada día y lo hace por mi propio bien. Tal vez lo del alzheimer fue invención de una vieja con talante que quería volver a sentirse protagonista. Y en tal caso sería yo el que no ve las cosas con la correspondiente nitidez.
En ese caso también le doy las gracias, por ser como ser sabiendo que yo la voy a llamar cada día. De todos modos y siendo esto cierto o no, soy yo el que mas gana con esa llamada. Siempre empezamos del mismo modo y ninguna vez parece acordarse de que ya la he llamado en diferentes ocasiones. Nunca le interesa la tarjeta y lo cierto es que cuando duda, soy yo el que se niega a venderla. No está hecha para Rosa. Ya apenas viaja así que sería un gasto innecesario.
Quizás debería comprarla yo. Quizás debería empezar a viajar un poco. Debería salir esta misma noche y pasar la noche en un hotel de lujo como los que oferto. O salir por la noche barcelonesa y encontrar a alguien. Una chica que me cogiese de la mano y me trajese comida japonesa. Simplemente.
Así dejaría de llamar a Rosa y la llamaría a ella.

sábado, julio 01, 2006

Capítulo 11. Intentando fluir
El profesor M. Ciskszentmihalyi bautizó con los términos "fluir" y "flotar" los estados de euforia del alto rendimiento que venía estudiando. Sus estudios pretendían analizar las diferentes variables que afectaban en el ámbito laboral a una buena producción. Sin embargo, muchos aspectos de sus estudios también podían ser aplicables a la vida cotidiana.

Así pues, fluir, tiene un sentido perfectamente aplicable a la manera de tomarse la vida y de hacer según que cosas. Independientemente de los significados que pueda proporcionar el diccionario.

Un estado de flujo sería el dedicar, primero conscientemente y luego inconscientemente, todas tus capacidades y atención al servicio de algo.
Se trata de un estado de disfrute, en que uno se siente flotar o fluir, y que no se debe confundir con estados de felicidad producidos por buenas noticias o por situaciones artificiales.
Flow!!!

domingo, junio 25, 2006

Capítulo 10. Help
La vida esta repleta de dificultades. Para todas las personas siempre hay actitudes que requieren un costo mayor que otras, ya sea por sus características o por las connotaciones que tienen. Son diferentes en función de los caracteres de cada uno y pueden ser las cosas más complicadas para unos y las cosas más sencillas para otros.
Sin embargo, hay una común para todo el mundo, e igual de complicada. Pedir ayuda.
Pedir ayuda esta asociado a un sentimiento de debilidad. Te encuentras en una situación donde no estas al mando de lo que sucede y necesitas de las personas que te rodean para poder salir de ella. Esta situación de inferioridad no gusta a nadie. Nadie quiere encontrarse en ella ni quiere mostrar su parte más débil. Es por ello que es sin duda una de las cosas más difíciles de hacer.
El problema recae en la vida tal y como nos ha sido ideada e implantada y que nos suele dejar en malas situaciones a menudo.
Con el pedir ayuda pasa como con las arenas movedizas. Y es que a medida que vas luchando contra la situación, evitando pedir ayuda, cuanto más te esfuerzas por salir tu solo, más te hundes. Intentas evitarlo y vas intentado salir pero sin embargo lo único que consigues es hundirte en un lodazal de donde no conseguirás salir por tu propia cuenta.
En ocasiones debemos olvidar nuestro orgullo y pedir ayuda.

viernes, mayo 05, 2006

CAPÍTULO 9. REY DE COPAS

Demasiadas copas a lo largo de la noche.
Me tambaleo de un lado a otro y todavía me quedan tres esquinas que doblar. Me he propasado más de la cuenta con las cervezas. Y lo cierto es que he tenido suerte que me trajeran en coche. No sé si hubiese logrado llegar a casa en este estado de embriaguez.
Con todo, no es una borrachera agradable. A las personas lo de beber les afecta de manera diferente. A unas les produce un estado de diversión incesante con gran facilidad para interrelacionarse con el resto de personas. Conocidas o desconocidas. Hay otras que dentro de este mismo apartado sacan a relucir su faceta más violenta y dentro de esta diversión sin límites generan una tensión que suele aguar la fiesta en alguna que otra parte. A pesar de ello, este tipo de borracheras proporcionan una gran dosis de diversión, ni que sea aunque al final de la noche acabes con un ojo morado. No sólo afectan de este modo. Lo cierto es que a cada persona y dependiendo de su estado anímico les afecta de diferente forma, aunque suelen seguir un patrón general. Hemos tratado dos. Ahora viene un tercero, que es el que me pertenece a mí en estos instantes. Se trata de la borrachera que te sucumbe en un estado de tristeza total. Te hunde hasta el fondo aunque no dispongas de unos argumentos lo suficientemente convincentes como para justificar tu depresión.
La semana no estaba marchando por el buen camino. De hecho creo que iba por el mismo camino que siempre. Solo que este no es demasiado agradable.
Todo se convierte en una carga y cuando uno lleva demasiado tiempo soportándola, esta acaba por causar estragos.
Y cuando uno bebe más de la cuenta, los sentimientos afloran con mayor facilidad. De hecho, afloran sin ningún tipo de control, lo que tampoco debe ser aconsejable. Por lo menos no lo es para mí, que vivo en un cascarón de hierro del que no me gusta salir.
Demasiadas copas a lo largo de la noche.
Hoy empezaba bien la salida nocturna. Éramos los de siempre, pero con una buena sensación en el cuerpo. Cuatro solteros dispuestos a beber sin demasiada moderación y en busca y captura de mujeres desinhibidas. Lo de beber sin moderación iba a resultar tarea fácil, lo de busca de mujeres desinhibidas también. Lo de captura tampoco nos iba a resultar demasiado complicado una vez superado el límite de vergüenza establecido en las tres dobles malta.
Con la segunda doble malta me di cuenta de que algo no iba bien. No conseguía estar al mismo nivel que los colegas. Demasiadas cosas rondaban mi cabeza y esta vez no iba a conseguir paliarlas con alcohol, drogas y algo de sexo.
Una vez llegas a ese punto, donde sabes que la noche va a ser más pesada de lo habitual, puedes optar por dos cosas: tomarte la última copa y marcharte antes de que sea demasiado tarde y montes algún barullo con trifulca incluida, u optas por seguir bebiendo deseando ahogar las penas y que al final todo se vuelva a encaminar correctamente. Con la última opción te arriesgas a que las penas no se ahoguen. Lo que hacen en realidad es flotar. Flotan hasta que se derraman del vaso.
Les podría haber fastidiado la noche. Pero por suerte, o por desgracia, están igual de jodidos que yo. Sólo les he fastidiado treinta euros y una noche de sexo gratuito. En el fondo, a la mañana siguiente iban a sentirse igual de vacíos que yo.
Demasiadas copas a lo largo de la noche.
En la última esquina, antes de llegar a mi portería, me pregunto cuando cambiarán las cosas. Sé que en realidad no me hacen falta muchos cambios. A decir verdad creo que sólo necesito un par de cosas, un par de pilares más en mi vida.
Espero que lleguen antes de que me desmorone.
CAPÍTULO 8.1. SEGUNDOS
Una canción dice que un año tiene 32 millones de segundos.
Y desaprovechamos la mayoría.
Hay actividades básicas que requieren que destinemos una gran cantidad de segundos.
Hay actividades necesarias y exigentes que nos restan otra gran cantidad de tiempo.
Hay actividades estúpidas que nos requieren aún más segundos.
Y luego están las otras. Aquellas donde tienes que aprovechar los segundos… pero no lo haces.

A las 14.23 estas con una mujer preciosa. Estas con ella más de 553 segundos. Muchos segundos. Los justos para que el corazón se aceleré al ritmo del metro en el que viajas. Los justos para que la lengua se trabe mas de 6 veces. Los justos para sacar tres temas de conversación. Pero no los suficientes como para que la invites a salir o le digas lo bonita que es.

Dejar de banda las cosas que odias. Abandonar ese trabajo en el almacén. Decirle a tu jefe que su mujer se acuesta con otros porque se ha convertido en un ser feo, terco, tozudo y antisocial. Aunque no sea verdad. Decirle al del quiosco que no vas a volver a comprarle el periódico en su vida. Mangarle una revista porno. Decirle al del bar que siempre frecuentas con los amigos para ver el fútbol, que se ha quedado sin unos clientes habituales por borde y mustio; que ha nosotros tampoco nos cae bien y que sus bravas están malísimas.
Abandonarlo todo.
Decirle a esa chica, que te encanta.
Y que quieres que se vaya contigo al fin del mundo.
Seguro que acepta.
Solo hay que decírselo.

Es odioso. A veces parece que las cosas están lo suficientemente claras dentro de la cabeza, y que si sales a la calle ya puedes encontrarte con cualquiera que actuarás según tu organigrama personal y sin que ninguna influencia externa te afecte.
A pesar de ello, eso no es así. Una neblina invisible creada por la estupidez que asola este mundo te empieza a afectar y acabas siendo un estúpido más.
A veces parece que necesitaras una situación extrema para poder espabilar y hacer lo “que se tiene que hacer”.
No se trata de ser un tipo inteligente al que no se le colapsan las ideas. Se trata de tener el valor suficiente como para hacer ciertas cosas.
El valor no te lo inculcan, o lo tienes o no lo tienes. Aunque en ocasiones puedes afrontar las situaciones de otro modo, cambiar la perspectiva y actuar con un principio de coraje que después desearás que se quede ahí para siempre.

Esta noche lo buscaré. Como cada noche.

domingo, abril 16, 2006















CAPÍTULO 7. Despertares
Son las diez y hoy el día va a ir bien.

Me despierto a las diez de la mañana con una luz tenue que entra por la ventana. Además he abierto los ojos sin la ayuda de ningún utensilio. Es magnífico cuando a estas horas te despiertas por tu cuenta. Simplemente no tienes mas sueño y te vas despertando poco a poco. Y a esto hay que añadirle la luz que entra. Una luz cálida y blanca. De esas con las que, como si fueses un hombre del tiempo, sabes que te espera un día caluroso con pocas nubes y con algún que otro banco de niebla en la meseta septentrional. Un día a los que yo llamo azul.
En estos días, adoro despertarme poco a poco y encender la radio después de un par de sueños en los que soy consciente de todo, en los que tejo las tramas y donde no hay duda que yo soy el héroe. Después de tentar a la fase inicial del sueño pongo en el dial un programa matinal destinado exclusivamente a música. Me gustan los programas locales. Ponen todo tipo de música y de vez en cuando sale algún oyente de avanzada edad llamando al programa para preguntar por una tontería de la que se podía enterar perfectamente en la peluquería o para que le expliquen el tarot. A pesar de ello el momento y sus reacciones son geniales. Seguramente como es gente de mis calles me hace más gracia.
Esta señora se parece a doña Aurelia, habla como ella, y de repente dice: - pos si eso dice mi horóscopo mejor que baje ahora mismito al parque a por un buen mozo. Aunque mas canas de las que he echado me parece que ya... hoy no cocino yo, ya verás guapa. –
Definitivamente es doña Aurelia.
Es lunes y no tengo porque preocuparme. Todo funciona bien y el señor Lorenzo se va a encargar de renovarme las pilas.
Ducha con máxima calma y después de unas semanas de fresco recuperamos el pantalón corto y las niponas. Tampoco va nada mal lo de ponerse los tejanos durante un par de días. Hacía tiempo que no los tocaba.
Y mientras me cambio suena esta canción: “Hace calor, hace calor, yo estaba esperando que cantes mi canción…”
La cosa va bien.
Suena el timbre.
Sea quien sea, hoy me va a disfrutar.

(A mis chicos. Para que algún día nos despertemos de un modo parecido, en un lugar distinto, en un lugar anhelado, con buenas playas, con buenas olas y con buenas mujeres.
Sabiendo que la cosa va bien. )

jueves, abril 06, 2006

CAPÍTULO 6.0 Llegada a meta

Qué tiene de divertido ser mayor? Qué tiene de divertido tener responsabilidades?
A menudo nos autoengañamos pensando que ciertas cosas nos acercan la felicidad. Pensamos que tenemos sueños y que nuestra vida gira entorno a ellos. Crecemos, estudiamos, vamos a la universidad, encontramos un buen trabajo, y pensamos que es por una razón. Cuando en realidad no es por nada. Goebbles decía que si repetías una mentira mil veces se acababa convirtiendo en verdad. En una sociedad como lo actual, donde no se sabe distinguir entre lo que es veraz y lo que es falso, parece que cada vez buscamos los argumentos más simples y llanos. Los que no acarrearan ninguna insuficiencia a nuestro, ya débil de por sí, cerebro. Y uno bien sencillo es el de creer que todo lo que estamos haciendo es porque tenemos que tener una vida apacible y confortable que sólo podremos lograr si tenemos una carrera de cuatro o cinco años; con unas notas decentes que nos permitan entrar en un buen bufete, con una facultad que nos proporcione una lista de contactos considerable; con una competencia desleal y eliminando enemigos por allí donde pasamos.
En realidad nadie tiene ningún sueño. Dejamos de soñar cuando crecemos.
La naturaleza es sabia e intenta prevenirnos de ello. De pequeños las capacidades intelectuales son mayores. El cerebro de un niño pequeño es como el de una esponja y es capaz de asimilar una cantidad de datos que sería impensable de hacer una vez superados los diez años. Por no hablar de los veinte. El cerebro absorbe, pero la vida no le proporciona unos elementos capaces de ampliar sus ansias de conocimiento o de incentivar las sensaciones. La vida tal y como la concebimos proporciona elementos incoherentes que limitan el intelecto humano.
Se dice que muchos progresos en el campo científico jamás se podrán realizar porqué necesitan unos estudios diferentes a los que los hombres y las mujeres han realizado a lo largo de toda su vida. Se trata de una retrospectiva que devuelva la visión científica a unos orígenes, que permita reanudar el camino en otra dirección. Una dirección que permitirá abrir nuevas perspectivas.
Si se pudiese tomar un nuevo rumbo en la concepción de la vida quizás las personas serían más felices. La felicidad se suele asociar a una serie de metas. Y si estas no se consiguen alcanzar, jamás se obtiene una felicidad absoluta.
Pues bien, ya va siendo hora de reconsiderar las metas.

sábado, abril 01, 2006


CAPÍTULO 5. EL NUEVO DECRETO

Soy el presidente de la República. He conseguido una mayoría absoluta aplastante. Incluso los propios candidatos de la oposición tuvieron minutos dubitativos ante las urnas el día de la participación electoral. La clave de mi éxito, el tiempo que he elegido para saltar al campo de la política. Una ciencia que se encontraba desgastada por el mal uso que estaban haciendo de ella. Los segmentos que hace tres décadas resultaban ser decisivos para decidir entre uno de los dos partidos preponderantes habían cambiado. Y lo habían hecho precisamente por aquellas generaciones que veían atónitos como los partidos que se veían obligados a votar, no conseguirían arrancarles una sola ilusión, no conseguirían dotarles de una mínima brizna de esperanza a lo largo de sus mandatos.
Yo les reflejaba y me eligieron confiando que yo les cambiaría las vidas. Y he aquí que me encuentro en mi despacho, después de la investidura pensando en cual va a ser mi primer decreto. Y ya lo tengo preparado. Llevaba mucho tiempo ideándolo y el lunes que viene, en el congreso, se aprobará sin problemas. Sólo espero que las consecuencias no sean devastadoras y que el ejército no tenga que salir a la calle.

Será el decreto 01.28.2026. DÉCRETO DE FELICIDAD INAMOVIBLE 08-12.

El presidente de la República instaura en la Constitución el decreto de Felicidad Inamovible 08-12, por el cual todos los ciudadanos de la República tendrán que actuar bajo su normativa. Dicho decreto obliga a actuar entre las 8 horas de la mañana y las 12 horas de la mañana, de lunes a sábado según una serie de directrices que citamos a continuación.

  • 1. Sonrisa reluciente cada mañana. Sólo las personas que puedan justificar mediante una confirmación del médico su estado depresivo o de anomalías similares, podrán estar exentas del acto. El estado se comprometerá a mejorar gratuitamente las sonrisas de todas aquellas personas que lo soliciten.
  • 2. Buenos días o saludos parecidos serán obligatorios de realizar con todo el mundo que se cruce en las diferentes trayectorias viales realizadas.
  • 3. La buena vestimenta será obligatoria. El estado se encargará de subministrarla a todas aquellas personas que por problemas económicos no puedan permitírsela.
  • 4. Se tildará a las horas establecidas por el decreto como “MORNING HAPPY HOURS”, bajo las cuales se tendrán que tener en cuenta una serie de circunstancias en todos los lugares con sus correspondientes causa - efecto. 4.1. Las empresas tendrán prohibido despedir personal en esta franja horaria.
    4.2. Las empresas estarán obligadas a celebrar una fiesta matutina una vez al mes para relajar a su personal
    (Consultar decreto de elementos obligatorios que una empresa debe tener en su espacio de trabajo. Tal como futbolines, billares, camas inchables…).
    4.3. Aquellas personas que durante mas de dos minutos no le quiten el ojo a otra persona ser verán obligadas a darle su número de teléfono, acompañado de una frase elegante para poder citarse con ella en otra ocasión y siempre que la otra persona acceda a ello. Si no se dispone de frases elegantes el Estado se encargará de instruir con cursos especializados a dichas personas.
    4.4. SE IRÁ INSTAURANDO NUEVO REGLAMENTO A MEDIDA QUE AVANCE EL MANDATO Y DESPUÉS DE COMPROBAR CON ENCUESTAS REGLAMENTARIAS QUE EL ÍNDICE DE FELICIDAD POR PERSONA AUMENTA NOTABLEMENTE.


martes, marzo 21, 2006


CAPÍTULO 4: A ESA PIEZA DE MI PUZZLE
El Mar es un amigo. Para lo que quieras él estará ahí. Todas las respuestas están en él.Todas las respuestas, menos dos...No sabe qué es el Principio ni tampoco el Fin.

Pero para todo aquel que se ha iniciado en el mundo del surf, el mar es sin duda una fuente de energía enorme. El surf no es un deporte cualquiera. Su interacción directa con la naturaleza, el respeto que infunde el mismo mar, y la sensación apacible y reconfortante que te aporta, sin olvidar la inyección de adrenalina que comporta, no es comparable a nada en este mundo.

Las inconmensurables dimensiones del mar, el hecho de desconocer todo lo que alberga en su interior y el temor de no poder verlo acrecientan el respeto que se puede tener por él.
Cada día el sol y el mar juegan a las sombras de una manera que el mismísimo Poseidón parece que surgirá de su interior. Luego sin olvidar sus principales servidoras, las olas.

Parece ser que en ciertos lugares, estas fieles seguidoras tienen mayor rango que no en otros. Sin embargo, todas infunden respeto. Y a la hora de cabalgarlas mejor no insultarlas. El respeto es algo fundamental y aunque en ocasiones haya personas que lo olvidan, este empieza con las olas y acaba en nosotros mismos. Se empieza respetando la naturaleza pero sin olvidar al resto de personas y cosas.

Con el mar el alma se siente aliviada. La grandeza del asunto no da para menos. Las sensaciones son tan apabullantes que cualquier pesadumbre que puedas arrastrar se queda en la espuma de las olas cuando chocan contra tus pies. Contra una extensión más de tu cuerpo, tu tabla. Esa misma espuma que se forma al entrar en contacto contigo hace que se esfumen todos los problemas en cuestión de segundos. Y es que una vez se empieza ya no se puede pensar en nada más. Concentrado en realizar todos los movimientos en el instante adecuado y esperando a deslizarte por la ola el mayor tiempo posible para poder estudiar todos sus recovecos. Si ella te lo permite claro. Siempre se empieza así. Es como una relación de pareja. Se empieza desde abajo y a medida que os vais conociendo, ella te permite más cosas. La vas conociendo en mayor profundidad pero sin olvidar que no es como cualquiera de tus chicas, y que el respeto nunca se lo debes perder.
Como siempre se ha dicho, ojo con la mar que si algo es, es traicionera.

El mar mejora el molde. No lo convierte en único. Ni tampoco lo hace mejor ni mas acabado. Simplemente lo limpia. Lo purifica.

CAPÍTULO 3: PRINCIPIO DE SIMETRÍA

Si hay algo que no soporto de la gente es la falsedad.

Y seguramente es porque cada vez que soy falso con una persona me doy asco.
Lo cierto es que a veces confundimos el término diplomacia con el de falsedad y creemos que lo que estamos haciendo es simplemente comportarnos de la manera adecuada, de la manera diplomática, para no faltar el respeto a nadie.
Quizás no le faltemos el respeto a nadie, pero nos lo perdemos a nosotros.

Calamaro dedica una canción al día de la mujer mundial. Debería tener otra para el día mundial de la falsedad. No estaría mal tener uno de estos días al año. En él las personas no podrían comportarse con falsedad con el resto del mundo.
Estaría castigado con penas de hasta cuatro años de prisión y con multas de hasta seis mil euros. Copyright.
Apuesto lo que sea a que todo el mundo perdería unos cuantos amigos. O por lo menos a los que él creía que lo eran. Pero en realidad no lo eran. Y mejor que ya no lo sean. Que se puede esperar de una persona que basa su relación contigo en la falsedad? Sólo se puede esperar que de un momento a otro te juegue una mala pasada.
No penséis que he tenido un mal día. Un mal día con un compañero de toda la vida. Que me ha hecho una mala jugada y que en estos precisos instantes estoy reflejando en este post todo mi rencor. Simplemente creo que la falsedad es lamentablemente un aspecto que el mundo actual hace que este presente en todas nuestras vidas. No creo que haya
una sola persona que no sepa de ciencia cierta que es la falsedad. Que no la haya vivido en sus propias carnes. Si es así, date por un tipo afortunado. Y también ten en cuenta que si algo que caracteriza la falsedad es el hecho de que la persona con la que se está siendo falso, no se da cuenta de ello. Luego viene la parte mas amarga.

El mundo esta en plena decadencia y la peor faceta de las personas parece ser que florece con facilidad. La falsedad es un ejemplo.
Sin embargo, la vida humana parece regirse por un principio de simetría. Y es que todo lo malo tiene una parte positiva contrapuesta. La falsedad también, y esta otra es mucho más gratificante. Solo que no todo el mundo la ve.
Así que tendremos que enseñarla más a menudo.

martes, marzo 14, 2006

CAPÍTULO 2. RELACIÓN DE SEMÁFORO
El inicio de un día es una señal.
Si empiezas con mal pie date por vencido.
Si empiezas con buen pie aventúrate en las mil y una osadías.

… yo por norma general, empiezo con los dos.

Las personas actúan por inercia a tempranas horas del día. Las relaciones son escasas, los gestos no pueden ser más inexpresivos, el funcionamiento de las dos partes del cerebro se encuentra en mínimo rendimiento. El justo para no equivocarse de calle ni caerse en la andana del metro. Aunque si que es suficiente para que no te tropieces con una mujer de ensueño. Contrariedades o penurias de esta vida. Que se le va a hacer.
Soy de esas personas creyentes en una simbología externa. Creo que la vida, por una cuestión de azar o por una cuestión algorítmica, nos presenta una conjunto de símbolos que sabiéndolos descifrar adecuadamente nos permiten acceder, disfrutar u obtener ciertos elementos.
Lo que sucede es que no tengo señales cada día ni con cada mujer que me cruzo. No estaría mal que cada vez que me cruzó con una mujer hermosa y que, ya porque mira lo mal vestido que voy o porque en realidad estoy entre ella y un anuncio de cosmética, se me iluminasen unos carteles para decirme: “Esta chica vale la pena”, “Esta chica te gustaría”, o incluso “Esta chica esta loquita por tus huesos”, “A esta chica le gustaría destrozarte en la cama”. Bueno no hace falta que sean tan expresivos. Con que se encendiesen unas flechitas rojas creo que ya bastaría.
Tampoco es tan difícil conseguir quedar para tomar algo con una chica, pero si que lo es que esa chica valga realmente la pena. Yo siempre digo que la primera cita es como una entrevista personal. Para ti y para ella. Las dos personas se conocen un poco más y entonces se decide si vale la pena continuar.
Por eso deberían existir estos símbolos. Para poder conseguir mas entrevistas personales. Aunque luego pasaría como en los trabajos. Ya, lo siento, pero es que tienes demasiada experiencia. Ya!!
Creo que alguien debería inventar los semáforos personales. Cada persona debería llevar un mini semáforo enganchado en la ropa y cada vez que se cruzase con una persona que le interesase este se podría encender. Sólo se encendería si los dos lo estuviesen utilizando al mismo tiempo. Algo así como un Conecta 4. Si se coincide se enciende la luz verde. Y entonces VOILA. Luego vendría la entrevista, esta claro.
Mucho me temo que de momento este aparato no se vende. Si tengo que idearlo yo, creo que más vale que sigamos esperando. Así que tendremos que seguir con lo de:
-perdona, te encuentro sumamente atractiva y encantadora y me gustaría que te tomases un café conmigo. Te puedo invitar?

-lo siento pero tengo prisa

-ya… yo también.

domingo, marzo 12, 2006

CAPÍTULO 1. CUESTIONES ONÍRICAS
“Todo el mundo quiere ir al cielo, pero nadie quiere morir antes de tiempo”. Cierto es que acostarse con la muerte en la cabeza no es agradable, pero la muerte siempre es algo que se levanta y se acuesta con nosotros.
En este mundo hay dos clases de personas, las que quieren vivir y las que no quieren morir. Yo todavía no sé a que grupo pertenezco. Creo que comparto días con uno y días con otro. De momento no pertenezco al tercero. Eso es bueno.
En los tres grupos espero que exista un cielo. La complejidad de las cosas en el mundo terrenal me hace pensar que existe algo después de la muerte. En ocasiones, cuando la buena malta me acompaña procuro encontrarle una lógica al asunto. Recurro a Sidharta o aspectos relacionados con la energía vital para creer que existe algo más.
Tampoco sé si ese más será lo que yo busco. Seguramente, no.
Para mi, ese final de obra e inicio de una nueva representación tiene que ver con unos elementos mas simples.

James Dean se encuentra con una camisa a cuadros liándose un canuto a mi derecha.
- Has hecho bien, vive deprisa, muere joven, se un bonito cadáver- me dice.
Quizás haya muerto un poco antes de tiempo. Pero se está bien en este lugar. Se trata de un lago, rodeado de un enorme bosque por todos sus flancos. En la parte norte del lago un muelle de madera con barcas pequeñas. Están amarradas en los extremos y a la espera de jóvenes rebeldes incumplidores de normas estúpidas adolescentes. Ojalá yo hubiese tenido mas de esos momentos. Ojalá yo los hubiese incumplido como no lo hice. Antes del muelle una explanada recubierta de césped que sirve de alfombrilla de lujo para llegar hasta una serie de casas de madera. Es el único fragmento del paisaje que rompe la monotonía de las grandes arboledas.
Deben ser las cuatro del mediodía. Por el calor y la posición del sol. Aunque las cosas aquí seguramente funcionan de otro modo.
Hay algo diferente. Me siento más ligero.
Me temo que mis responsabilidades con y para el mundo se han desvanecido. No tengo que demostrar nada, ni ser nada que no soy. No tengo que aprender nada, ni preocuparme por nada, ni madurar nada más. Todo esta hecho. Lo que ya no he hecho, ya no podré hacerlo. Me gusta esa idea. Nadie exige nada a nadie ni nadie puede pedirme más de lo que soy. También es cierto que no hay nadie. Sólo Jimmy. Se está encendiendo el porro. En este instante recuerdo la frase de John Lennon que dice que los Beatles no hubiesen existido sin James Dean. Después lo fumamos parsimoniosamente. Me dice que se marcha a la cabaña, que luego nos vemos y comparamos mujeres de diferentes épocas y me dice que no me piense que no eran tan pervertidas y lujuriosas. Que lo eran, y que algunas incluso mas. No se yo.
Me apetece darme un chapuzón, así que me dispongo a quitarme la ropa mientras pienso en quien puede haber en las cabañas. Mi gente, esta claro. No me iban a dejar solo.
El agua está estupenda, fría pero sin llegar a esa sensación donde sabes que o tus actividades físicas son constantes e ininterrumpidas o te helaras en cuestión de minutos. El agua es de un azul cristalino y apenas se distingue el fondo. Se está mejor dentro que no fuera. Es una experiencia diferente y sobretodo no tengo la sensación de que me pueda ahogar. Sin embargo cuando el corazón se ahoga es cuestión de minutos que todo se acabé por ahogar.
Se baja el telón.