viernes, mayo 05, 2006

CAPÍTULO 9. REY DE COPAS

Demasiadas copas a lo largo de la noche.
Me tambaleo de un lado a otro y todavía me quedan tres esquinas que doblar. Me he propasado más de la cuenta con las cervezas. Y lo cierto es que he tenido suerte que me trajeran en coche. No sé si hubiese logrado llegar a casa en este estado de embriaguez.
Con todo, no es una borrachera agradable. A las personas lo de beber les afecta de manera diferente. A unas les produce un estado de diversión incesante con gran facilidad para interrelacionarse con el resto de personas. Conocidas o desconocidas. Hay otras que dentro de este mismo apartado sacan a relucir su faceta más violenta y dentro de esta diversión sin límites generan una tensión que suele aguar la fiesta en alguna que otra parte. A pesar de ello, este tipo de borracheras proporcionan una gran dosis de diversión, ni que sea aunque al final de la noche acabes con un ojo morado. No sólo afectan de este modo. Lo cierto es que a cada persona y dependiendo de su estado anímico les afecta de diferente forma, aunque suelen seguir un patrón general. Hemos tratado dos. Ahora viene un tercero, que es el que me pertenece a mí en estos instantes. Se trata de la borrachera que te sucumbe en un estado de tristeza total. Te hunde hasta el fondo aunque no dispongas de unos argumentos lo suficientemente convincentes como para justificar tu depresión.
La semana no estaba marchando por el buen camino. De hecho creo que iba por el mismo camino que siempre. Solo que este no es demasiado agradable.
Todo se convierte en una carga y cuando uno lleva demasiado tiempo soportándola, esta acaba por causar estragos.
Y cuando uno bebe más de la cuenta, los sentimientos afloran con mayor facilidad. De hecho, afloran sin ningún tipo de control, lo que tampoco debe ser aconsejable. Por lo menos no lo es para mí, que vivo en un cascarón de hierro del que no me gusta salir.
Demasiadas copas a lo largo de la noche.
Hoy empezaba bien la salida nocturna. Éramos los de siempre, pero con una buena sensación en el cuerpo. Cuatro solteros dispuestos a beber sin demasiada moderación y en busca y captura de mujeres desinhibidas. Lo de beber sin moderación iba a resultar tarea fácil, lo de busca de mujeres desinhibidas también. Lo de captura tampoco nos iba a resultar demasiado complicado una vez superado el límite de vergüenza establecido en las tres dobles malta.
Con la segunda doble malta me di cuenta de que algo no iba bien. No conseguía estar al mismo nivel que los colegas. Demasiadas cosas rondaban mi cabeza y esta vez no iba a conseguir paliarlas con alcohol, drogas y algo de sexo.
Una vez llegas a ese punto, donde sabes que la noche va a ser más pesada de lo habitual, puedes optar por dos cosas: tomarte la última copa y marcharte antes de que sea demasiado tarde y montes algún barullo con trifulca incluida, u optas por seguir bebiendo deseando ahogar las penas y que al final todo se vuelva a encaminar correctamente. Con la última opción te arriesgas a que las penas no se ahoguen. Lo que hacen en realidad es flotar. Flotan hasta que se derraman del vaso.
Les podría haber fastidiado la noche. Pero por suerte, o por desgracia, están igual de jodidos que yo. Sólo les he fastidiado treinta euros y una noche de sexo gratuito. En el fondo, a la mañana siguiente iban a sentirse igual de vacíos que yo.
Demasiadas copas a lo largo de la noche.
En la última esquina, antes de llegar a mi portería, me pregunto cuando cambiarán las cosas. Sé que en realidad no me hacen falta muchos cambios. A decir verdad creo que sólo necesito un par de cosas, un par de pilares más en mi vida.
Espero que lleguen antes de que me desmorone.

1 comentario:

Bea dijo...

Bueno, ya puedes escribir un post nuevo,eh? Te dejo.
Y el próximo tiene que ser divertido, para que no des la impresión a la gente que se preocupa por tí de que estás rallado por algo... ;)

Un besitoooo